Músicos: Quincy Jones (director), Benny Bailey, Freddie Hubbard (trompetas), Melba Liston, Curtis Fuller, Ake Persson (trombones), Eric Dixon, Phil Woods, Sahib Shihab (saxos), Les Spann (guitarra), Stu Martin (batería), Carlos ‘Patato’ Valdes (percusión), Julius Watkin (corno francés), Patricia Bown (piano) Discográfica: Jazz Haus Distribuidora: Distrijazz Año: 2016 Estilo: Straight-ahead, Mainstream |
Frescura, potencia y elegancia. No hay otra forma mejor de definir el sonido y quienes en él tocan de este magnífico disco titulado ‘Live in Ludwigshafen 1961’ que está protagonizado por la big band de Quincy Jones. Más de medio siglo contempla está grabación pero bien pudiera haber sido grabada ayer mismo, tan nueva y portentosa suena.
Antes de que Quincy Jones se convirtiera en quien es hoy –uno de los jefes de la industria musical- y uno de los productores musicales más solicitados y aclamados, tuvo una relación muy intensa con el jazz –bueno, en parte todavía la tiene, como lo demuestra su producción para Alfredo Rodríguez-, tanto que dirigió una extraordinaria big band que, entre otras joyas, editó en 1961 ‘The Quintessence’.
Desde el primer acorde, esta orquesta suena de una manera arrolladora y sensual. Te da un puñetazo de sonido, de empaste, de conjunción, y a partir de ahí los 75 minutos del disco se pasan volando. Claro que cuando se comprueba quien está tocando aquí se entienden muchas cosas, ya que, entre otros están Freddie Hubbard, Curtis Fuller, Phil Woods, Les Spann, Melba Liston y Carlos ‘Patato’ Valdes. Y es que con estos músicos era muy difícil hacer las cosas mal.
Pero no sólo los músicos, también el repertorio seleccionado es de los de campanillas: tocan, ¡y como lo hacen!. De los catorce temas, diez son standars del tamaño de ‘Moanin’’, ‘Summertime’, ‘Caravan’ y ‘Stolen moments’; y las otras cuatro piezas se las reparten Ernie Wilkins, Phil Woods, con una cada uno, y Quincy Jones que firma las dos últimas composiciones del set.
Lamentablemente a las pocas fechas de esta actuación Quincy Jones tuvo que deshacer esta formidable big band ahogado por las deudas, ya que a pesar de la buena acogida que tenían sus conciertos, tanto entre la crítica como entre el público, el dinero no llegaba para pagar todo lo que había que pagar. Años después Jones confesó que fue aquí cuando entendió la diferencia entre la ‘música’ y el ‘negocio musical’.
Este ‘Live in Ludwigshafen 1961’, nunca editado hasta el momento, es una de las pocas grabaciones en directo que existen de esta gran orquesta y un disco que bien debiera estar en la discoteca (si es que aún quedan estas cosas) de todos los aficionados al jazz.
Sólo una pega a este disco: la racanez de la edición, que por no tener no tiene ni la relación completa de todos los músicos que participaron en este concierto. De fotos y textos sobre el contexto en el que se desarrolló y demás asuntos históricos, ya mejor ni hablar.
Y por último, ‘Live in Ludwigshafen 1961’ es un disco que también da que pensar sobre el progreso y desarrollo, o no, del jazz.
José Manuel Pérez Rey