Desde el inicio, para que no haya dudas: ‘El don de la fiebre’ de Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975), donde narra a grandes, pero certeros, rasgos la biografía del compositor francés Olivier Messiaen (1908-1992), es la mejor novela que he leído en el pasado año 2018.
Leer ‘El don de la fiebre’ es un lujo. Lo es por la prosa del autor, clara, concisa, directa, de esa sencillez que se ha tenido que trabajar durante horas, o días, y con una adjetivación fina, exacta y exquisita. Mario Cuenca Sandoval nunca pierde de vista la claridad cronológica ni la luminosidad estilística.
De Olivier Messiaen sólo diremos aquí, que ha pasado a la historia de la música, cabe decir del arte, por ser el compositor del mítico ‘Cuarteto para el fin del tiempo’ (‘para el fin del tiempo’, no ‘para el fin de los tiempos’), creado y estrenado en un campo de concentración alemán en Silesia (Polonia). La escena que recrea Mario Cuenca Sandoval resulta muy bella y emocionante, y puede llevar al lector al borde de las lágrimas.
Mario Cuenca Sandoval no evita la parte oscura (la muerte de su madre, la locura y muerte de su primera esposa, y su falta de compromiso durante la Segunda Guerra Mundial en relación a los judíos) de este compositor fervientemente católico, poseedor de un oído absoluto, ornitólogo algo más que aficionado y maestro de algunos de los compositores más destacados del siglo XX.
La vida y la obra de Olivier Messiaen queda sintetizada en esta demoledora frase de Mario Cuenca Sandoval: “Su oído absoluto podrá reconocer la huella de Dios en cada mota de polvo; no el chirrido del mal en la maquinaria de la historia”.
Editorial: Seix Barral Páginas: 336 Año: 2018 |