La Real Academia Española define la ironía, en su primera acepción, como «Burla fina y disimulada»; y en su tercera entrada explica que se trata de una «Expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla disimulada».
Sin embargo no es en el primer sentido de burla como el filósofo Santiago Gerchunoff (Buenos Aires, 1977) entienda la ironia en su libro ‘Ironia On’, subitulado ‘Una defensa de la conversación pública de masas’, sino que, más bien, utiliza el concepto en el sentido de una «expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice», en tanto en cuanto la ironía sirve para poner de manifiesto y desmontar discursos falsos, tendenciosos o maniqueos.
Y este desmontaje hay que hacerlo en la esfera pública, mediante una conversación común y lo más espectacular posible, entendiendo esto último como la mayor cantidad posible de participantes en la discusión.
Para Santiago Gerchunoff el personaje irónico por excelencia es Sócrates, que en su vida política se dedicó a preguntar a los que decían que sabían pero que al final no sabían. Por hacer preguntas y por poner de manifiesto la ignorancia de los poderosos y de aquellos que decían saber sin saber, es por lo que a Sócrates la democracia ateniense le condenó a muerte.
Pero Santiago Gerchunoff no sólo reivindica a Sócrates sino que también lo hace de la democracia liberal, en tanto único sistema político que permite la discusión tanto entre iguales como entre distintos. Porque para el filósofo argentino, residente en España, sin ironía no hay libertad, sin libertad no hay ironía.
Si Santiago Gerchunoff califica al filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han como «heideggerianismo triste», de Gerchunoff se podría decir que es una suerte de «socrático integrado» (sí, ya sé que esto es de Umberto Eco…), en tanto que firme defensor de los nuevos canales de discusión pública aparecidos gracias a la existencia de los nuevos medios de comunicación de masas (pero es seguro que no ealiza ninguna crítica por no tener más espacio).
Este librito (76 páginas) bien merece la pena ser leído (se hace de una sentada y con un lápiz, bolígrafo o pluma, para subrayar), ya que abre una buena perspectiva de discusión sobre las noticias falsas y similares y el cómo combatirlas.
Y hasta aquí lo que hay que decir de ‘Ironia On. Una defensa de la conversación pública de masas’ de Santiago Gerchunoff.
Y seguro que estoy equivocado.
Y.M.
Editorial: Anagrama Páginas: 76 Año: 2019 |