‘Serotonina’, la última novela del escritor francés Michel Houellebecq, es una novela tanto de (des)amor, como un filípica contra la Unión Europea.
Houellebecq es, al menos a nivel profesional, un hombre afortunado (al menos en parte, pues vivir ahora con guardaespaldas a causa de los amenazas de los mahometanos por su anterior novela ‘Sumisión’ no tiene nada de envidiable), pues como la presunta progresía de izquierda solo tiene estómago para un único escritor reaccionario cada vez, el agraciado con esa suerte de prebenda (si es que es una suerte) es Houellebecq.
En cuanto a la, digamos, parte central ‘Serotonina’, aquella que tiene que ver con el amor, Florent-Claude Labrouste, que así es como se llama el protagonista del relato, un hombre de 46 años y que trabaja para el Ministerio de Agricultura francés, es un auténtico imbécil y un llorón.
En su vida ha tenido dos grandes amores –Kate y Camille, especialmente esta última-, y bien por ser un cretino integral, o bien por no tener la polla bien guardada, ha perdido a ambas. Y el imbécil de él quiere recuperar el amor e Camille, después de más de una década de separación. Lo dicho, un imbécil que se ha ganado a pulso lo que le ha pasado.
Esa búsqueda del amor perdido le sirve a Michel Houellebecq para lanzar un ataque a la Unión Europea a través de la figura de su amigo Aymeric, que se arruina y pierda a su mujer y a sus hijas, a causa de la política agraria emanada desde Bruselas. Pero, francamente, sentir algún tipo de solidaridad o de empatía con esos ganaderos (o agricultores) que se dedican a joder a los españoles, italianos y a todo aquél que no se someta a sus dictados es bastante difícil.
Y por el medio de todo esto Michel Houellebecq va despotricando contra (casi)todo lo que se mueve, en especial la literatura, y ahí da gusto leer los palos que les da a algunos santones de la llama ‘gran literatura’. Es en esto tipo de soflamas cuando al escritor francés se le nota la influencia de Thomas Bernhard, pero sin su ironía, y su mala leche.
Si Houellebecq arrasa con (casi)todo es porque hay personas a las que salva,, por algún motivo. Por ejemplo, al general Francisco Franco Bahamonde, el hombre que rigió con mano dura los destinos de España durante 40 años, al que viene a calificar de «el verdadero inventor a escala mundial del turismo de lugares con encanto» y eso, según el autor «independientemente de otros aspectos a veces objetables de su acción política». Y es que cada uno tiene su propio santoral «independientemente de otros aspectos».
Y así va transcurriendo ‘Serotonina’, que al final se acaba haciendo un poco larga y pesada, reiterativa. Michel Houellebecq hubiese hecho muy bien en someter a su novela a un régimen de adelgazamiento de, por lo menos, cien páginas. Pero ya se sabe que nada es perfecto.
Y sobre ‘Serotonina’ ya he escrito demasiado.
Y.M.
Editorial: Anagrama Páginas: 282 Año: 2019 Traducción: Jaime Zulaika |