Bootsy Collins: The Power of the One

Algo sabe de funk el bajista Bootsy Collins, tanto que con ‘The Power of the One’ ha he hecho un disco que para sí lo quisieran muchos jóvenes músicos.

Para quienes no conozcan a Bootsy Collins un par de apuntes biográficos.

Nació un 26 de octubre de 1951 en Cincinnati (Ohio, U.S.A) con el nombre de William Earl Collins.

La justa fama de la que goza este apuballente bajista le viene desde que empezó a trabajar con James Brown (1969-1971) y, sobre todo, de haber sido parte fundamental de

Parliament/Funkadelic, las bandas fundadas por George Clinton.

Lo demás es historia.

‘The Power of the One’ es una mezcla, fusión, ensalada, de lo mejor del funk, del rasp, del hip-hop, e incluso del jazz.

Porque n este disco participan algunos de los músicos menos dogmáticos, aquellos que no dudan en atravesar todas las fronteras musicales que sean necesarias.

Entre estos jazzeros se encuentran los bajistas Christian McBride y Victor Wooten, el saxofonista Branford Marsalis (como echamos de menos aquel fantástico Buckshot LeFonque donde daba rienda suelta a su lado más salvaje y rapero), y, ¡oh! dioses olímpicos, el guitarrista George Benson

Pero no sólo hy músicos de jazz, obviamente, también hay un lugar para la familia –su hijo Ouiwey Collins y su sobrino Snoop Dogg-; viejos colegas, como el bajista Larry Graham, un buen puñado de cantantes jóvenes –Uche, Emmaline, Ellis Hall- y músicos que no deja de sorprender su presencia, como Bela Fleck y el ‘bluesman’ Christone ‘Kingfish’ Ingram.

Por contar ha contado incluso con el filósofo y activista político Dr. Cornel West. Uno de los referentes en las políticas de identidad de Estados Unidos.

El resultado de todo esto son canciones como ‘Creepin’’, ‘Stargate’, ‘WantMe2Stay’ una versión del tema compuesto por Sly Stone, ‘The Power of the On’ y ‘Lips Turn Blue’, donde suena una guitarra flamenca.

Son dieciséis canciones donde no sobra ninguna y que todas, solas o en conjunto se disfrutan sin piedad.

Y es que el grito de ‘One Nation under a Groove’ sigue vivo.

Sí, gran disco, disfrutable y disfrutón.

Y la prueba de que más allá de sus disfraces –o su peculiar modo de vestir- Bootsy Collins es un músico descomunal.

Vale.

Y.M.