David Hernández de la Fuente: El hilo de oro

A este ‘El hilo de oro’ del escritor, traductor, catedrático de Filología Clásica de la Universidad Complutense y helenista David Hernández de la Fuente (Madrid, 1974) se le podría aplicar ese eslogan de ‘Bacl to the basics’.

Y es que volver a la Grecia clásica y a la Roma Imperial, aquellas de Pericles, Sófocles, Tucídides, Platón, por un lado; y Salustio y Cicerón; por otro, y demás gigantes de la cultura europea es regresar a lo básico para intentar, al menos intentar, entender el presente.

Como es ya sabido ya historia no se repite dos veces, pero de lo sucedido en el pasado se pueden extraer lecciones para el presente, porque lo que sí hay son patrones de comportamiento en los seres humano (estamos más cerca de los griegos del siglo V a.C. de lo que nos gustaría admitir). Y a este es a lo que se dedica David Hernández de la Fuente.

‘El hilo de oro’ incide en la paradoja de que los clásicos son muy actuales. Merece la pena recordar aquí y ahora que hay una vieja cita que dice que Homero es joven cada mañana y que no hay nada tan viejo como el periódico del día anterior.

El libro se divide en nueve capítulos y cada uno de ellos en breves secciones que abordan temas relacionados con el asunto principal.

Como cada uno tiene sus locas pasiones, en mi caso particular los capítulos más interesantes han sido ‘Metáfora y política’, ¿El lado oscuro: violencia y terror’ y ‘Epidemia y control social’, mientras que otros, creo, se los podía haber ahorrado.

Es una lástima que David Hernández de la Fuente no haya entrado en un tema que da mucho juego en la comparación entre la cultura de Gracia y Roma y la política actual; esto es, el tema de la retórica y la demagogia. Ahí hay mucho que rascar y, acaso por necesitar este tema todo un libro, el autor de ‘El hilo de oro’ sólo ha tratado este asunto tangencialmente.

En cualquier caso ‘El hilo de oro’ es un libro que viene a demostrar, una vez más que los clásicos de Roma y Grecia –pero también del Renacimiento, aquí Maquiavelo-, están muy vivos.

I. Letrado