La edición de ‘Filosofía verde’ de Sir Roger Scruton, quien fuese uno de los filósofos conservadores más importantes del Reino Unido, viene a sumarse con vigor a eso que se ha dado en llamar la guerra cultural.
Y además lo hace en un terreno, en principio, muy proclive a la tesis de la izquierda, que hasta el momento ha ocupado todo el campo de esta batalla, la del ecologismo.
Y eso no deja de ser, en buena parte paradójico, pues, se supone, que la derecha es la conservadora, pero por estas cuestiones inexplicables de la vida humana a los conservadores el cuidado de la naturaleza parece que les ha dado igual, al menos hasta el momento.
Es más, lo raro es que los conservadores no hay hecho suyo este espacio político, porque si alguien saber de conservar el pasado, mantenerlo en el presente y proyectarlo hacia el futuro, esos son los conservadores.
Y es que conservar no sólo es de las tradiciones, también lo es de la ecología, o al menos debiera serlo.
Lo cierto es que puede haber un ecologismo de derechas tal y como Roger Scruton, al que tuvimos la mala suerte de conocerle en un libro sobre Richard Wagner, viene a demostrar.
Curiosamente, o no tanto, Roger Scruton tiene ideas similares a Ezra Klein en cuanto a las posibles y diversas regeneraciones; la de la vuelta al pueblo, a las pequeñas comunidades.
Por cierto, que en esa incruenta pero feroz guerra a lo que se puede observar es que la derecha va ganando en el campo de la razón pero en el ámbito de la imposición van ganando los de izquierdas (sea esto lo que sea en estos momentos).
Hay en el libro dos ideas centrales: uno es el de la homeostasis, y otro el de la ‘oikofilia’, neologismo que inventa Scruton para dar cuenta del amor necesario hacia el hogar, tanto en un sentido restrictivo como en uno ampliado.
Y es que, por definición, todo conservador que se precie es un ‘oikofilo’.
Sin una clara y distinta ‘oikofilia’, nos viene a decir el autor, poco o nada se puede hacer en el ámbito de la protección de la ecología – pero no sólo de ella.
Por supuesto a lo largo de las 480 páginas del libro Roger Scruton van dando palos a sus enemigos, ya sean lo burócratas, en especial los de la Unión Europea (fue un evidente ‘brexiter’), como a los izquierdistas de salón –que en estos momentos, dicho sea de paso, lo son todos y cada una de las personas que se identifican a sí mismos como de izquierda-; como a los utilitaristas.
La mayor falla que tiene la propuesta de Roger Scruton es que no está nada claro, y él no se molesta en explicitarlo pues está a otras cuestiones, como solucionar un problema global con soluciones locales.
Un ejemplo paradigmático es la República Popular China, ese país, justamente, que ha dejado como mejor herencia del siglo XXI el ser el origen de la pandemia del CoVid-19.
Hay algún capítulo que se lo podía haber ahorrado, no por falta de interés, sino porque esta traído un tanto a trasmano, caso del octavo donde da rienda suelta a su loca pasión por la arquitectura.
Para ir acabando, el libro cuenta con un prólogo de Santiago Abascal, sí el mismo líder de Vox, y una introducción del filósofo Miguel Angel Quintana Paz, al que algunos consideran el filósofo de cabecera de Marion Le Pen (cabe decir la ultraderecha) y que se ha convertido en uno de los más activos luchadores en esto que se ha dado en llamar guerra cultural.
Y Quintana Paz no es de los que se callan precisamente.
Pero ello no debiera ser motivo de rechazo del libro a priori, sino, antes bien al contrario.
Porque si eres conservador este libro te va a gustar, y si eres de izquierda te conviene conocer por donde se mueven tus adversarios políticos.
Pero qué sabré yo mismo de todo esto.
Vale.
I. Letrado
Editorial: Homo Legens Páginas: 459 Año: 2021 Traducción: Julio Llorente |