Giovanni Mirabassi Trio, jazz contra la lluvia

Con la presencia del pianista italiano Giovanni Mirabassi al frente de su trío se ha acabado ese pequeño ciclo de tres conciertos de jazz que se ha venido celebrando en la Sala Club del Teatro Victoria Eugenia.

Giovanni Mirabassi es, acaso, el último representante de ese tipo de músicos de jazz que ya prácticamente no existen; el de autodidacta. Y es que el pianista italiano aprendió su música escuchando los discos de a Bud Powell, Art Tatum, Oscar Peterson y, principalmente, a Enrico Pieranunzi.

Mirabassi ofreció un concierto de aromas y hechuras clásicas, con un sonido sereno, nada estridente y que fluía con naturalidad. Era la calidez frente al frío y la lluvia del exterior.

Todas los temas que interpretó eran composiciones suyas, arrancando la noche con su ‘World changes’, compuesto con la ocasión de la llegada al poder de Barack Obama. Parece que fue hace un siglo y no han pasado ni seis años desde la despedida de la Casa Blanca del primer presidente negro de los Estados Unidos.

El pianista italiano estuvo acompañado por dos músicos con los que lleva tocando más de una decena de años y con los que demostró, cono no podía ser de otra manera, una compenetración sobresaliente, como son el contrabajista Mathias Allamane y el baterista Lukmil Pérez, uno más de los cientos de músicos cubanos que huyen de Cuba, ese lugar, que según la izquierda existente, es un paraíso del socialismo y tal.

Por cierto, con lo bonito que es el italiano, y lo bien que lo habla Giovanni Mirabassi, se empeñó en dirigirse al público en inglés. En fin, una idea equivocada a la hora de comunicarse.

S i los tres conciertos ofrecidos, que han tenido un gran nivel, hay que hacer una mención también al público asistente que durante las tres noches ha llenado prácticamente la sala de conciertos a pesar del frío y de la lluvía. Y, además, lo ha hecho público local no como en otras ocasiones donde la mayoría de los espectadores eran franceses. Sí, parece que los aficionados al jazz donostiarras empiezan a movilizarse por la música que les gusta más allá del evento puntual del Jazzaldia.

Vale.