Eddie Henderson & Steve Davis Quintet, jazz de toda la vida

La presencia de un quinteto liderado por el trompetista Eddie Henderson y el trombonista Steve Davis sólo podía significar una cosa; que se iba a escuchar jazz-jazz, de eso que cualquier persona identifica como música de jazz.

Y esto fue lo que, justamente, Henderson y Davis, al frente de su quinteto es lo que ofrecieron en su sólida actuación en el 59 Donostiako Jazzaldia.

El trompetista Eddie Henderson.

Eddie Henderson y Steve Davis no se anduvieron por las ramas ya desde el inicio con ‘Surrey with the fringe on top’ un tema de Rodgers & Hammerstein que popularizó Miles Davis en la década de los cincuenta del siglo pasado ya avisaron por donde iban.

El único tema que no encajó en ese repertorio post-bop fue el famoso ‘Canterlupe island’ de Herbie Hancock, que ellos, sabiamente, llevaron a su propiedad. Era como ver a un torero llevar a un toro manso al terreno donde el animal y el torero pueden mostrar todo lo que dan de sí.

El trombonista Steve Davis.

Mención especial merece Eddie Henderson, al que Davis presentó como ‘doctor’, y no era una manera de hablar, ya que el trompetista, que cuenta con 83 años y que está como un pincel (había personas entre el público con menos edad y con pinta de entrar en una caja de pino en cualquier momento), se licenció en psiquiatría por la Universidad Howard de Washington D.C. en 1968 y ejerció de psiquiatra durante muchos años; y por si fuera poco antes, en 1964, se había licenciado en zoología.

Salvo por la presencia del joven pianista inglés Will Barry, el resto de la formación estaba compuesto por dos veterano de la escena jazzística europea que ofrecen una seguridad a prueba de bombas y que son dos habituales en cualquier festival de jazz que se precie, como son el batería Stephen Keogh y el contrabajista Mark Hodgson.

El Eddie Henderson & Steve Davis Quintet.

Con todo estos ingredientes era muy difícil , pero mucho, por no decir imposible, que ofreciese un concierto malo.

Y es que es bonito, agradable y emotivo escuchar jazz de la vieja escuela, por así decir, por dos jazzman que saben muy bien lo que se traen entre manos.