Cécile McLorin Salvant en el 56 Jazzaldia

Cécile McLorin Salvant se ha convertido en una de las mejores cantantes de su generación y la prueba de ello estuvo en el concierto que ofreció en la plaza de la Trinidad con el que se cerraba la primera jornada del 56 Jazzaldia.

Hay que estar muy seguro de tus posibilidades artísticas para subirse a un escenario a cantar con la sola compañía de un piano.

Y como las grandes divas de la música clásica a Cécile McLorin Salvant, nacida en Miami un 31 de agosto de 1989, se le quedó, y se nos quedó, corto su concierto.

Acompañada del pianista Sullivan Fortner, que estuvo a la altura de lo que se podía esperar de él (que es mucho), esta mujer desgranó el mismo repertorio que dos días antes había desarrollado en Chillida Leku, cosa que tuvo el buen gusto de avisar por si alguien había estado en el museo dedicado al escultor vasco.

A lo largo de su actuación le dio tiempo a rendir homenaje a algunas de sus referencias musicales como es el caso de Dianne Reeves (a la que echamos mucho de menos y de la que no se sabe nada discográficamente desde hace ocho años) y Dionne Warwick, a recordar sus tiempos parisinos con ‘’A clef’, que la cantó en francés, a llevar al terreno del gospel el ‘Sponfull’ de Willie Dixon y a no olvidarse de Kurt Weil.

La cantante Cecile McLorin y el pianista Sullivan Fortner. (Foto: DJazz).

Pero Cécile McLorin Salvant se llevó el público de calle cuando se puso a cantar en castellano, que no en español (lo dijo en un par de ocasiones), y ahí se arrancó con una breve estrofa de ‘Todo es de color’ de Triana y Lole y Manuel, que le quedó impecable, y a cantar una canción que le enseño su abuela cuando ella tenía poco más de diez años (su abuela había fallecido hace tres semanas, según contó) y que lo llevó a un terreno musical de son cubano y que fue una pequeña joyita.

Pero quedaba el bis y ahí se adentró en la que ya es una balada del repertorio jazzístico como es el caso de ‘Alfonsina y el mar’, canción que ya interpretó en su anterior presencia en el festival donostiarra en el año 2018.

Sí, una bonita forma de acabar la primera jornada de un Jazzaldia que por segundo año vuelve a celebrarse en unas condiciones especiales debido a la pandemia originada en China.