Músicos: Gregory Porter (voz), Christian Sands (piano), Reuben Rogers (contrabajo), Ulysses Owens(batería), London Studio Orchestra Discográfica: Blue Note Distribuidora: Universal Año: 2017 Estilo: Jazz vocal |
‘Nat “King” Cole &Me’, del cantante Gregory Porter, era, acaso, el disco de jazz vocal más esperado desde que se anunció su grabación. Y ya está aquí.
Lo primero que llama la atención, y mucho, de este disco es la presentación. Hacía mucho tiempo, años, que no veía la edición de un disco de jazz como este. Es, casi, de lujo; un ‘packaging’ en formato cuaderno, buenas fotos, un diseño moderno, una completa información del disco,… sólo, ¡ay!, ha faltado un buen texto para redondear este aspecto.
Pocas dudas hay que a sus 46 años, Gregory Porter se ha convertido en una de las grandes estrellas del jazz vocal de esta década. En su quinto trabajo a su nombre Porter da un salto importante; ya no se dirige a un público más o menos jazzístico, ahora apuesta por ser un ‘crossever’ y llegar a un mayor número de oyentes, ¿y qué mejor que hacerlo que con la música de Nat “King” Cole, un hombre que rompió muchas barreras musicales y que fue aclamado por los más diversos públicos?.
El resultado es el que se podía esperar; a la cálida voz de barítono de este hombre le sienta como un guante el repertorio de Cole. Las quince canciones elegidas sirven para todos los públicos; los menos exigentes, disfrutarán con las versiones de temas muy conocidos; ‘Mona Lisa’, ‘Smile’, ‘Quizás, quizás, quizás’, mientras que quienes exigen un poco más se quedarán contentos con las versiones de canciones menos conocidas, como ‘Sweet Lorraine’, ‘For all we know’ o ‘The lonely one’. Que para cerrar el disco le hayan puesto un villancico (‘The Christmas song’) ´solo es la prueba que refuerza el carácter muy comercial de este cedé. Y es que al fin y al cabo estamos ante un producto de la añorada (sí, añorada) industria discográfica.
Hay algo que no se puede negar en este suntuoso disco, con esa orquesta que acompaña al cantante en la práctica totalidad del álbum, y eso es el buen gusto con el que está hecho. No hay riesgo creativo (no se trataba de eso), pero hay quintales de saber lo que hay que hacer en cada momento. Si hubiera que ponerle un ‘pero’ sería el que las orquestaciones, obra de Vince Menodza, que sabe de esto un rato, suenan por momentos un tanto almibaradas, pero es que la música de Cole no dejaba de ser un tanto melosa.
O sea que sí, que Gregory Porter da dado en la diana con ‘Nat “King” Cole & Me’ para ser ese cantante de jazz que congregue buenos auditorios y venda muchos discos. Y, francamente, hay que ser o muy bestia, o muy tonto o muy dogmático para que alguna de las canciones que hay en este disco no te acabe gustando.
J.M.P.R.