Identidad, del politólogo estadounidense Francis Fukuyama, es, posiblemente (bueno, vamos a quitarle el ‘posiblemente’), el mejor ensayo sobre política que se va a editar este año. Habrá otros muy buenos, sin duda, pero no van a superar a este.
La bondad de este libro, que lleva por subtítulo La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento’ es que es, en muchos momentos, deslumbrante. Y lo es por su claridad de ideas y de exposición, ya que se entiende todo a la primera (desconfiar de alguien al que no se le comprenda rápidamente y siempre tener en cuenta aquello de Ortega y Gasset, que decía aquello de que la cortesía del filósofo es la claridad). El arranque de ‘Identidad’ es clarificador: « Este libro no se habría escrito si Donald J. Trump no hubiera sido elegido presidente en noviembre de 2016».
Francis Fukuyama, que va tener que soportar para el resto de su vida el haber sido autor en 1992 de aquel polémico ‘¿El fin de la Historia?’, tras la caída del Muro de Berlín y la derrota sin paliativos del comunismo real (que es el comunismo que cuenta), va desgranando en sus páginas lenta pero inexorablemente las políticas de la identidad que dominan la agenda política actual, tanto desde el presente como sus orígenes (¡nunca te perdonaremos Jean-Jacques Rousseau!!).
El escritor y analista político Antonio García Maldonado, que ha sido el traductor español de esta necesario obra, escribió para el periódico El Mundo un artículo del que no me resisto a entresacar algunas frases esclarecedoras al respecto e ‘Identidad’ ya que él es quien mejor puede explicar este libro (a parte de su autor, claro): «sigue pensando que el horizonte de la democracia liberal es el más plausible y deseable a largo plazo. Pero se muestra sorprendido ante la virulencia de las enmiendas que unos y otros, desde líderes nacional-populistas de Europa o EEUU, hasta los islamistas intransigentes o corrientes feministas anticapitalistas, esgrimen contra la democracia liberal».
Y sigue: «El libro de Fukuyama funciona, por tanto, como diagnóstico y como alerta. El diagnóstico nos dice que tenemos una tercera parte del alma, que los griegos llamaban thymós, que busca el reconocimiento. Bien como igual -isotimia- o como superior -megalotimia-, y que dicha fuerza supera a la satisfacción de las necesidades materiales básicas. Son fuerzas que han movido a líderes de la Historia que hoy admiramos o deploramos. La pregunta de Fukuyama es si la democracia liberal, que él veía como potencial estación de término de la Historia, es capaz de canalizar positivamente estas inclinaciones del thymós hacia el reconocimiento, bien de la igual dignidad, bien de la superioridad. Y ahí duda».
Más: « Fukuyama viene a decir que nos teníamos por ilustrados pero que a la mínima -o no tan mínima, dada la magnitud de la crisis y el cambio científico-técnico- nos ha regurgitado con estruendo el romanticismo, la hipertrofia de la subjetividad. La venganza del buen salvaje de Rousseau frente al racionalista Voltaire (…)Lo importante no sería tanto buscar lo que iguala o une al resto como lo que nos hace específicos. Se trataría de reivindicar lo auténtico invisibilizado y hacer valer lo que en justicia le corresponde tras años de oprobio. En eso consiste la política del resentimiento. De ahí la polarización, un hecho que las redes no han hecho más que potenciar».
Si tienes que leer un libro sobre por qué el mundo está com está, que se este ‘Identidad’ de Francis Fukuyama.
Editorial: Deusto Páginas: 206 Año: 2019 Traducción: Antonio García Maldonado |