Con La imaginación conservadora, el pedagogo y filósofo Gregorio Luri ha escrito una obra de filosofía política teórica que, puede aventurarse sin temor, se convertirá con el paso de los años en una referencia ineludible para los conservadores españoles, y, en general, para todos aquellos que tengan una par de dedos de frente y sean capaces de pensar, aunque sea mínimamente (a más ya no se puede aspirar), por si mismos huyendo de eslóganes, consignas y pintadas.
Que este libro de Gregorio Luri, que tiene como subtítulo ‘Una defensa de las ideas que han hecho del mundo un lugar mejor’, tiene un alto interés lo ponen de manifiesto dos hechos. Uno, que para ser un libro de filosofía política ya va por su segunda edición, lo que supone toda una rareza y una prueba de su valor. Dos, que a la progresía española no le ha gustado ni le ha he hecho una pizca de gracia que este libro haya desnudado buena parte de sus propuestas. Sus palos, bien y certeramente dados a los políticamente correcto, su reivindicación de la meritocracia, así como defensa de lo español, es de los que hacen daño a los llamados ‘progres’ o izquierdistas (por cierto, que ya va siendo hora de cambiar este tipo de conceptos).
Y es que después de leer este libro, que hay que hacerlo con lápiz en la mano y subrayando mucho, se llega a la conclusión de que ser conservador es tan digno, sino más, que ser progresista (lo voy a dejar en progresista porque si ya me refiero a socialistas, comunistas y demás parentela, entonces es que no hay por dónde cogerlos).
En La imaginación conservadora, Gregorio Luri expone de manera teórica, un tanto ideal-tipo, qué significa ser conservador, pero no entra en ningún momento a promover o defender alguna forma política real del conservadurismo; esto es, no hay ni un palabra sobre como debiera ser la política sanitaria, cultural, militar, económica,… de los conservadores en España ahora mismo. Pero tampoco es esta su misión.
La imaginación conservadora está llena de citas y de autores conservadores españoles (Balmes, Vázquez de Mella y Donoso Cortés, entre otros), y en este sentido es interesante la reivindicación que hace de la Escuela de Salamanca, que a más de un lector sorprenderá que en la España de los siglos XVI y XVII también se pensase y que incluso se adelantase el pensamiento de Descartes.
Pero Gregorio Luri, no se muestra ni sectario ni dogmático, y así, en el libro también aparecen un buen número de referencia a autores progresistas como Sagasta, Azaña y Orwell. En este sentido no es extraño que al final del libro Luri escriba que La imaginación conservadora es «un libro de resonancias».
Por último, y para no extenderme (de hecho he sobrepasado ampliamente el espacio concedido, lo siento) hay que referirse a dos ideas de Luri, de claras resonancias platónicas, como son su reivindicación de una nueva ‘politeia’ y de lo que él denomina ‘teatrocracia’:«régimen de los espectadores del teatro (político) convertidos en espectadores de su ciudad y de sí mismos».
Y ahora ir y leerlo.
Editorial: Ariel Páginas: 339 Año: 2019 |