Editorial: Anagrama Páginas: 199 Año: 2016 Traducción: Jaime Zulaika |
Posiblemente, aquí nunca hay certezas del todo (como en la vida misma) Dmitri Shostakóvich (1906-1975) sea el compositor soviético más importante del siglo XX y, sin duda, una de las figuras más polémicas de su tiempo debido, justamente, a esa fama y su relación con el poder estalinista.
Lo quisiera o no, Shostakóvich fue el compositor del estalinismo y, en su conjunto, de comunismo más brutal y salvaje. Con él, al igual que con otras figuras en sentido opuesto, caso de Ezra pund, se demuestra que la cultura no nos hace mejores. Igual más listos sí, pero no mejores personas. Y es que ya va siendo hora de que se diga, por enésima vez, que la cultura y la ética, no tienen nada que ver. Una persona puede ser un perfecto hijo de puta y ser un gran artista. Dmitri Shostakóvich es un ejemplo paradigmático de ello.
A reivindica la figura de Shostakóvich, a salvarle en la medidad de lo posible la cara, es a lo que se dedica el escritor británico Julian Barnes en ‘El ruido del tiempo’. Esta sí es una biografía cuasi hagiográfica, donde se nos presenta a un extraordinario compositor que hizo lo que hizo y que dijo lo que dijo porque, a la postre, no le quedaba más remedio si no quería que lo asesinaran y que su familia también fuese exterminada. Sn duda nadie tiene que ser un héroe, pero uno debe asumir sus hechos y sus palabras y no esconderse tras la ironía para justificar tus actos.
Shostakóvich, o Pound, no necesiten que se les salve, que se les justifique para apreciar sus obras. Una de las grandes incógnitas del arte es que es independiente de la bondad o maldad de quien las hace. La obra de un comunista no es mejor que la de un fascista sólo por su adscripción política. La ‘Quinta Sinfonía’ de Shostakóvich será igual de buena aunque la haya firmado quien puso su rúbrica en un panfleto acusatorio y miserable contra Aleksandr Solzhenitsyn.
Pero igual Julian Barnes no ha escrito una biografía sobre Dmitri Shostakóvich si no que lo que ha pretendido en ‘El ruido del tiempo’ es escribir una reflexión sobre las presiones de los grandes artistas, justamente esos que siempre están del lado del poder.
Lo bueno de ‘El ruido del tiempo’ es que es un relato que da para discutir y pensar. Y esto no es nada malo.