El Requiem del compositor francés Héctor Berlioz (1803-1869), llamada originalmente Symphonie funèbre et triomphale (Sinfoní fúnebre y triunfal), catalogado como su opus n.º 5, es el cuarto réquiem seleccionado para rendir homenaje a los miles de muertos producidos por la peste china (a.k.a. coronavirus Covid-19).
Esta obra estrenada en Les Invalides de París en 1837 fue un encargo que recibió Berlioz del Ministro del Interior de Francia con objeto de recordar los soldados que murieron en la Revolución de Julio 1830.
Para entonces el compositor francés ya era muy conocido, puesto que había estrenado su Sinfonía Fantástica 7 años antes, había recibido el Premio Roma.
Berlioz aceptó la solicitud, ya que quería componer una gran obra orquestal. Y el resultado es una obra verdaderamente espectacular, acaso –me atreveré a decir- más espectacular que inspirada, emocionante o que inspiré, a la manera aristotélica, piedad o terror.
En esta composición todo es desmesurado; el número de músicos acostumbra a superar los 100 intérpretes y no menos numeroso es el coro. Aquí los metales y los vientos son los reyes de la composición y por momentos, puede resultar hasta abrumador, caso del ‘Tuba mirum’ y el ‘Rex tremendae’.
Berlioz revisó el trabajo dos veces en su vida, por primera vez en 1852, haciendo las revisiones finales en 1867, sólo dos años antes de su muerte.
Sobre esta obra, su autor escribió; «si estuviera amenazado con la destrucción de la totalidad de mis obras, salvo una, debería anhelar piedad para la Messe des morts».
De las muchas y muy buenas versiones que se han hecho de esta composición (Paul McCreesh, Seiji Ozawa, Leonard Bernstein,…), la que traemos aquí es la que está considerada por muchos expertos en réquiems y muchos aficionados a esta música como la canónica., la grabada por Sir Colin Davis en noviembre de 1969 en la catedral de Westminster (Londres, Reino Unido), aunque no vio la luz hasta 1985.
Davis, considerado como un apóstol de la música de Berlioz, y de él se ha escrito que sus interpretaciones del compositor francés, y está en particular, muestran «seguridad de trazo, finura conceptual, firme desarrollo formal, sentido del color y acentos».
Músicos: Sir Colin Davis (director); Ronald Dowd (tenor); London Symphony Orchestra; London Symphony Chorus, Wandsworth School Boys’ Choir, John Alldis Choir Año: 1985 Estilo: Música clásica, requiem |